Época: Renacimiento Español
Inicio: Año 1490
Fin: Año 1526

Siguientes:
Vigencia de las tradiciones artísticas españolas
Las artes suntuarias
Influencia de lo hispano musulmán
Convivencia de dos tradiciones
El prestigio de lo italiano y los primeros síntomas de renovación
La importación de obras italianas
Artistas extranjeros en España
La aportación española: el viaje a Italia y los estilos nacionales
El Plateresco
El estilo Cisneros

(C) Miguel Angel Castillo



Comentario

A partir de los últimos años del siglo XV, el fenómeno de la expansión de los modelos y repertorios italo-antiguos planteó la confrontación entre las alternativas artísticas tradicionales y las nuevas opciones, generalmente clásicas, procedentes de Italia. Los primeros ejemplos de la arquitectura española del Renacimiento aparecieron en un ambiente artístico complejo en el que convivían desde hacía tiempo diferentes lenguajes en correspondencia con las dos grandes tradiciones estéticas peninsulares: el gótico y la tradición constructiva y artesanal de origen hispanomusulmán.
El gótico, lejos de ser un sistema constructivo agotado, se prestaba a seguir siendo utilizado de acuerdo a unas nuevas exigencias de carácter funcional, estético y representativo. Por otra parte, las técnicas constructivas y los repertorios ornamentales de influencia musulmana -agrupados tradicionalmente bajo el impreciso término de mudejarismo- fueron utilizados con continuidad en el mundo moderno, tanto por razones prácticas como por servir de vehículo de expresión de un gusto estético singularmente diferenciador. Por ello, estas primeras obras renacentistas comportaban en sí mismas un claro sentido de modernidad. De esta forma, cuando el Renacimiento hace su aparición en España, su aclimatación en los ambientes artísticos peninsulares se produce en un contexto en el que, desde planteamientos diferentes, se había producido una modernización progresiva de las artes tradicionales. Debido a ello, durante el siglo XVI el término modelo no se identificó exclusivamente con lo italiano, sino que se aplicó indistintamente a obras relacionadas con esa actualización de los lenguajes tradicionales. Las opiniones de Cristóbal de Villalón en su "Ingeniosa comparación entre lo antiguo y lo presente" (1539) son un ejemplo modélico para apoyar esta idea. En este diálogo humanista son propuestos como paradigmas de modernidad edificios como el Hospital Real de Santiago o el Colegio de San Pablo de Valladolid en igualdad con otros monumentos más clásicos como el Palacio de Francisco de los Cobos o el sepulcro del cardenal Cisneros, a la hora de defender la grandeza de lo moderno frente a los valores de la Antigüedad.

Ello explica que las formas y repertorios del gótico no sólo se actualizaran en la época de los Reyes Católicos, sino que sirvieran de experimentación en las grandes catedrales españolas del siglo XVI. De la misma manera, las soluciones mudéjares se aplicaron de forma sistemática a edificios de tipología tradicional como a las nuevas construcciones del Renacimiento, donde se conjugaron con las propuestas clasicistas más refinadas.

Estas manifestaciones estrechamente ligadas a los cambios experimentados en la sociedad y cultura del reinado de los Reyes Católicos son contemporáneos a los primeros ejemplos españoles que responden al modelo del Renacimiento italiano. Desde principios de siglo, la importación de obras italianas que caracterizaba el mecenazgo de algunas grandes familias favoreció que el gusto por lo italiano se estableciese incluso en los círculos de la corte, e hizo factible, por el prestigio que adquiere la novedad, la instalación en España de artistas extranjeros que, conocedores de los recursos y posibilidades del arte moderno, promocionaron un importante cambio en el panorama artístico español.

Si estas primeras obras respondieron a una actitud motivada por el afán de notoriedad de ciertos personajes ilustres como los Mendoza, pronto se extendieron estas novedades a otros miembros de la nobleza y a otros sectores del clero vinculados al pensamiento humanista, que no dudaron en utilizar estos lenguajes como medio para exponer nuevas ideas y conceptos. Es más, la aceptación del paradigma italiano se extendió con rapidez al resto de la sociedad, obligando a aquellos artistas más inquietos -como había hecho anteriormente Pedro de Berruguete- a completar su formación en Italia, constituyendo a su vuelta a España, como Machuca, Berruguete, Silóe y Ordóñez, uno de los factores de renovación más importante en el panorama artístico peninsular.